Capítulo 11:

Los gemelos, ángel-demonio:

Drakon no iba a dejar que Adam se le escapara, lo quería ver sufrir, esclavo de sus

debilidades, de él, a sus pies.

Quiero que vaya a él ahora que aún está dolido y confundido, será una presa fácil, toma la forma de su amada y ponlo a tus pies.

Adam había enterrado a su amada en esa cueva, al hacer su tumba descubrió una veta de oro, pero estaba demasiado conmocionado para hacer algo al respecto, se durmió al amanecer agotado, su sueño era inquieto cuando entre las nebulosas de su febril ensoñación , una conocida voz lo llamaba, despertó sobresaltado y la vio en medio de la habitación vestida con un camisón traslúcido blanco, casi parecía un fantasma un delirio de su sufrimiento.

No por favor perdóname!, yo te amo, perdóname, viviré en penitencia_ dijo con acento desgarrado Adam.

Ven a mi ámame una vez más irme en paz_ dijo la aparición casi susurrando seductora, se desprendió de su vestido y se ofreció ante sus ojos, sexy suculenta, tentadora e irresistible.

No pudo resistirse, no había tiempo para la razón en ese instante, pensó que era un sueño una alucinación mientras la besaba y la poseía, no sabía cual era la realidad, si la muerte y el dolor o ese éxtasis, ese fuego que lo ahogaba, la tomó toda la noche sin descanso, mordiéndose en el clímax como animales, bebiendo el uno del otro, en el momento de mayor salvajismo donde ya estaba agotado de tanto ardor, la miró a los ojos y se dio cuenta, ella se dio cuenta, que sabía, le sonrió con conocimiento, se deleitó con su perplejidad y arrepentimiento, confusión todo aun tiempo, lo bebió todo con deleite, ya que su cuerpo lo dominaba en ese momento, del mismo modo que su sed le había robado lo que más le importaba, ahora su hambre carnal le quitaba lo que quedaba de humano de él, sólo el dolor y el arrepentimiento podían devolverle su corazón, pero eso sería cuando acabará un empujón más, para arrepentirme luego, para siempre.

Ya devuelta a la realidad, cuando su corazón normalizaba sus latidos.

¿ Por qué, por qué quién eres tú y porque tomaste esta forma?_ aunque ya podía imaginarse las respuestas quería confirmar sus sospechas.

Ya lo adivinaste_ dijo ella sin cubrirse riendo.

Pero quiero escucharlo de ti, ¿ quien eres?.

kaígontas pyrkagiá, fuego ardiente, ya adivinaras mi naturaleza, pero los motivos no te los puedo decir, porque ni yo misma lo sé, sigo ordenes de mi señor, es todo lo que puedo decir, a parte de que fue un placer, me voy tal vez nos veamos de nuevo, quien sabe_ le lanzó un beso en el aire y desapareció en una bola de humo oscuro y fuego haciendo honor a su nombre, quedé preocupado que consecuencias irá a traer mi pecado. Descansaré unas horas y luego iré a cazar, no puedo permitir que mi sed me domine de nuevo, los animales bastarán por ahora, que traerá el futuro.

Vivió mucho tiempo solo, los único que aceptaba y sólo para intercambio fueron los indígenas de los alrededores, gracias a ello conoció de más cerca a su chaman un viejo que adivino su verdadera naturaleza, aunque él lo veía como un don, trataba de convencerlo de irse a vivir con ellos, pero él se resistía a la compañía, no confiaba en él mismo tenía miedo de su sed y del poder que tenía sobre él. De alguna manera las conversaciones sueltas le dieron más o menos una idea de su dilema y él viejo le trató de enseñar cuando él se sentía seguro a controlar a su lado oscuro el lado del caos, decía el anciano, su lado más oscuro, hizo avances, por lo menos pasaba más largos periodos y era capaz de controlar cada vez más su demonio, pero él aún no se confiaba y resistía una y otra vez sus invitaciones.

Vamos Adam ojos rojos, ( era su mote)_ vente a pasar el invierno a la aldea con nosotros, este año va ha ser durísimo, más que otros años, TODO ME LO DICE, por lo menos piénsalo, pero mientras eso pasa, ven a mi tienda hoy al atardecer como siempre, es importante.

De que se trata viejo loco_ le dijo des preocupadamente sonriendo aún con afecto sincero, a ese anciano que había aprendido a confiar y apreciar.

Tuve un sueño_ hizo una pausa, Adam se puso serio y lo miró preocupado, por experiencia había aprendido a confiar en los poderes del anciano sobre todo de sus sueños siempre le daban señales y advertencias, de que se trataría ahora?, le dolió el estomago de aprensión. Bajó la vista.

Iré_ fue todo lo que dijo antes de desaparecer como siempre como un pestañeo, cada vez estaba más en dominio de sus poderes, cada año estos crecían y los dominaba mejor y descubría nuevos usos para ellos .

De que se trata viejo me preocupas _ dijo Adam apenas llegó a la cita.

Siéntate, tuve un sueño de ti, una sombra te devoraba y se volvía uno contigo tomando la mitad de ti, tú sufrías, te resistía y vivías en lucha, luego la sombra devoraba una rosa de oro, se volvía roja y tú llorabas lágrimas de sangre, cuando la llorabas del fuego salió una rosa igual de oro como la perdida, la mordiste pero se volvía roja y luego negra.

Adam mientras escuchaba trataba de evitar la mirada de su amigo que sentía clavada en él, estaba avergonzado y dolido recordando su herida aún abierta, aún cuando ya había pasado un par de años de aquello, aún cuando una parte de si sabía que el tiempo ha pasado, otra sabía que para él y su corazón se encontraría detenido atrapado en el tiempo del dolor.

Pero hay más y eso fue lo que más llenó mi corazón de miedo, de la rosa negra salieron dos niños de cabellos de oro iguales, que al principio creí que era uno, sobre ellos la sombra se cernía quería devorarlos y ahí desperté agitado, cuando espabilé tiré los huesos, visité los espíritus y todos me dijeron que tienes que encontrarlo y salvarlos y con ello te salvarás tú, no sé como, pero sé donde están en una cueva que da a un volcán dormido en el lado oeste, ahí vive un demonio, pero sé que tú puedes hacer lo que debes, el volcán se llama " fuego ardiente".

Cuando escuchó su nombre, entendió todo. Sus hijos, si eran dos y ella era su madre, mitad demonios tendrían un destino de sangre, si él no cambiaba eso, era su deber, con eso en mente hizo un mapa con los datos que le dio su amigo, durmió ahí esa mañana y partió al anochecer, por sus hijos, que raro era todo, pero a pesar de todo esto le dio el ánimo que había perdido y le dio una meta para seguir. Debía cambiar un destino o quizás varios.